sábado, 15 de marzo de 2014

La estupidez elevada a la enésima expresión. En manos de un inepto fanático.


Váis a leer un texto fruto de una mente enferma. Dicho escrito está marcado en negrita y con letra cursiva.

Muchas veces cuando comenzamos con la idea sobre la cual vamos a escribir ese día, tenemos la sensación de no querer publicar lo que estamos pensando en ese momento en concreto. Hoy es uno de esos días. Íbamos a escribir un artículo sobre la relación entre el rock y las religiones. Hemos hecho los deberes. Nos hemos documentado y lo tenemos preparado para que aparezca en la revista. Pero buscando información y documentos escritos para ese artículo, aflora como de la nada esto, que no es más que la obra corta de un desequilibrado a todos los niveles. Y una vez que lo hemos encontrado ha sido cuando ha comenzado el disenso. Yo quería publicarlo textual, así como yo lo leí, parte del equipo estaba de acuerdo, pero otra no. En ese caso lo sometimos a votación y ganó el sí. Es por eso que a esto no se le puede llamar ni siquiera artículo. En principio yo lo tomaría como una tomadura de pelo al más puro estilo Inocente Inocente, pero resulta que no lo es. También se podría pensar que tiene disculpa porque quizá no lo vaya a leer nadie, con lo que no provocará incendio alguno. Estaríamos entonces ante algo que se escribe sobre hielo y se introduce al horno a máxima temperatura. Pero no. Ha llegado a mis manos. Siento en este momento algo muy extraño al estar a punto de transcribirlo. Lo cierto es que esto se publicó en el año 1999 y lo escribió alguien que se hacía llamar Fernando Pérez Mercado. 

Sin la más mínima intención de caer en el periodismo rosa os dejamos este documento. Solo es la mitad, pero también tenéis el artículo completo en un enlace que encontraréis al final del susodicho texto. Por mi parte solo decir que no sé ni siquiera lo que merece este individuo, que quizá sea la indiferencia y la consideración de enfermo con necesidad de ayuda urgentísima. También que amo el rock, la música y este medio que es con el que me siento "yo" cada día. Por eso, ante la falta de denuncias que todos sabemos que existe hasta en lo más trascendente de la sociedad y el ser humano, me siento en la necesidad de contar esto. No deja de ser menos cierto que lo hago con dolor y con la esperanza de que no existan muchos Fernando Pérez Mercado de este tipo, ni nada que se le pueda parecer. Sé que nuestro mundo está lleno de odio, violencia, y crítica fácil y destructiva, pero nunca habría podido imaginar que hubiese algo tan extremadamente desesperante, necio y despreciable, y quiero compartirlo con mi gente, con vosotros:

"Hermanos, bien es cierto que hay cosas que el demonio ha creado para atrapar a jóvenes y mentes descerebradas, cosas que los apartan del camino de la Salvación. Sexo, drogas, televisión,...y muy en especial la música, el "Rock-Heavy", música que corrompe el alma nada más ser escuchada. Esa es la razón por la cual los "rockeros" son seres despreciables, seres que gozan de la suciedad y el hedonismo vital, engendros demoníacos sin educación alguna que apenas demuestran emoción alguna. Puede parecer que sean seres vivos, pero desde mi punto de vista, no son humanos. Tienen nuestra apariencia, pero el mal cubre sus almas. No son de los nuestros. Son escoria bastarda que no merece compaslón alguna. Es esa manzana podrida que corrompe al resto de manzanas del cesto. Un cáncer a ser exterminado. Por eso, nuestra obligación inmediata es librar de nuestra sociedad civilizada a tales individuos por medio de la discriminación y la violencia. Pero tranquilos, usar el mal para combatir el mal es un servicio al bien, no es algo de lo que debamos arrepentirnos. No es pecado. ¿Acaso es malo matar a un asesino?...¡Para nada! Mas bien es un servicio prestado a la comunidad. Esos demonios con apariencia humana, con su carácter burlón e irreverente, están poniendo en peligro a las generaciones venideras, y la iglesia católica permanece impasible ane la situación. ¡¡Incluso sacerdotes católicos han grabado discos de "rock"!! Debería caérseles la cara de vergüenza. Este es otro síntoma de que el Catolicismo está en pleno declive, mientras que nuestra impetuosa comunidad sigue en plena brecha. Por tanto solo hay una solución, apartarlos de nuestro camino con un manotazo inflexible, quemar todo aquello relacionado con el detestable "rock" (discos, camisetas, publicaciones, e incluso a algún músico). Tienen nuestra apariencia, pero el mal cubre sus almas. No son de los nuestros. Son escoria bastarda que no merece compasión alguna.Es esa manzana podrida que corrompe al resto de manzanas del cesto. Un cáncer a ser exterminado. Por eso, nuestra obligación inmediata es librar de nuestra sociedad civilizada a tales individuos por medio de la discriminación y la violencia. Pero tranquilos, usar el mal para combatir al mal es un servicio al bien, no es algo de lo que debamos arrepentirnos. No es pecado. ¿Acaso es malo matar a un asesino?… ¡Para nada! Mas bien es un servicio prestado a la Comunidad. Esos demonios con apariencia humana, con su carácter burlón e irreverente, están poniendo en peligro a las generaciones venideras, y la Iglesia Católica permanece impasible ante la situación. ¡Incluso sacerdotes católicos han grabado discos de “rock”! Debería caérseles la cara de vergüenza. Este es otro síntoma de que el Catolicismo está en pleno declive, mientras que nuestra impetuosa comunidad sigue en plena brecha. Por lo tanto solo hay una solución, apartarlos de nuestro camino con un manotazo inflexible, quemar todo aquello relacionado con el detestable “rock” (discos, camisetas, publicaciones, e incluso a algún músico ,…). 

Esto es la lindeza dialéctica que suelta Fernando Pérez Mercado en 1999. Para leer el resto del esctito haced click aquí.