martes, 28 de enero de 2014

Protestar ahora: Mucho más sentido.


Hace ya tiempo que cuando hacemos exteriores en festivales, en conciertos o en presentaciones, llevamos una pregunta al hombro que ya casi se nos ha encostrado de tanto usarla. Con los tiempos que corren: ¿Se le quitan a uno las ganas de seguir protestando en la música, en las letras de las canciones, o por el contrario, las ganas son más?. La respuesta, podemos afirmar que es unánime. En el cien por cien de los casos es: ¡Qué va!, ¡muchas más ganas!, no por nada, sino por que tiene ¡aún más sentido ahora!

Música y letras contra el decoro y los hechos -citando una banda que por cierto tendremos con su nuevo nombre en L´Armita Rock en un par de meses-, y riesgo, ese que siempre está latente. Si, riesgo, porque quien tiene la suerte de tener un trabajo se arriesga a perderlo, y quien no lo tiene, solo por el simple hecho de cantar contra el sistema tendrá más puertas cerradas a la hora de encontrarlo. “Tenemos motivos de sobra para hacerlo”, idéntica respuesta en casi todos. Motivos para decirle al mundo que estamos más que hartos y que no queremos seguir soportándolo, que nos somos muñecos ni marionetas a las que se pueda dirigir tan fácilmente, que la música tiene un don: permanecer unida por la melodía y por todo lo que conlleva para los músicos ser los mensajeros de quien no puede expresarse más allá de las barreras de su barrio. Podría citar uno a uno los grupos, las bandas y los solistas que han contestado de esta forma, pero son tantos que si hablo de la música en general no estoy ahorrando en palabras. Es así. Repasar varios títulos de discos nos puede hacer una idea de lo que hablamos en estas líneas. Venden Humo, Girando en el Laberinto, Renacer es amanecer en la oscuridad, Censura, Cartas Marcadas, Rebelión. Títulos que hablan de todo un disco, y de mucho más que eso, de toda una forma de concebir situaciones como la que vivimos en que todo es aún más convulso de lo que parece. Si, sí existe la canción protesta, si la pregunta o la cuestión personal es la de que cualquier tiempo pasado fue mejor, que ya no se hace música que hable de la realidad del pueblo llano, que denuncie situaciones de desalojo social. Existe, y para comprobarlo no hay más que leer algo sobre las actuaciones que se vetan a base de mentiras por parte de las instituciones de gobierno. ¿Por qué?. No es porque moleste el ruido, ni por problemas sobrevenidos a última hora, ni por falta de permisos. Es porque lo que se escribe y se lee en la mayoría de los casos despierta conciencias críticas y ganas de agarrarse a que esto puede y debe cambiar. Y si todo lo que se escribe y se lee despierta conciencias cuando es asimilado, lo que se escribe para ser interpretado en un escenario en unas escasas dos horas llega más, como un cuchillo afilado clavándose entre dos costillas. Rock, Punk, Metal, Jazz, Blues. Ojalá que esto cambie, y ojalá que aunque lo haga, esta forma de componer y enseñar lo que la calle siente forme ya parte de la memoria histórica colectiva. Ojalá que sigamos pensando que tiene más sentido que nunca.