sábado, 25 de enero de 2014

Cuba desembarca Rock. La Historia.

Kill The Fish. Rock en Cuba.
Intriga, sugestión, frescura que roza el borde de lo insultante. Por mucho que andes hacia atrás y muy crítico que quiera postularse uno no te queda más remedio que, en lo que te queda de crítico, de periodista, de lo que, llámalo como quieras, rendirte ante la opulencia de lo simple, de lo sencillo, que es lo que al final nos envuelve y nos convierte en muñequitos de cartón. Cuba ha influenciado a miles de culturas musicales desde el siglo XVIII, pero el paso de lo familiar,
de lo considerado casero y muy ligado a una zona geográfica determinada no tardó en desarrollar su enorme potencial. Siglo XIX, la música cubana explota, así como suena, así de literal. La escena internacional se postra a sus pies entre 1920 y 1930. Especialistas, como en casi todos los lugares en mezclar lo popular con la más compleja concepción de los ritmos, los nuevos sonidos, la percusión y los vientos como forma de expresión. Y especialistas como lo fueron, ese kilombo se terminó convirtiendo en una máquina comercial.
A mí siempre me ha gustado dotar de lo que yo creo que es arte a todo. Todo un ABC para cierta parte de compositores que, como lanzados en paracaídas, arriesgan en ese concepto musical. Música esta de las grandes minorías. Música en serio, la llaman los no menos presuntuosos. Quizá no era la más amada por el obrero y por cierta parte de la burguesía, pero Cuba fue versátil hasta el punto en el que a nadie se le huviese ocurrido identificarla con la isla. 
Como usualmente ocurre con los países que poseen un rico y variado folklore, la música popular cubana, de muchas maneras y por caminos distintos, ha tapado en gran medida a la música cubana de arte.
A bombo y platillo, con el arte de disfrutar un todo cuando es un todo, la gula de los colores rítmicos sigue haciéndose un hueco en la radiodifusión mermada de internacionalidad. Y todo esto sin hablar nada de las omisiones gratuitas de lo evidente por parte de Los Estados Unidos, porque se olvidaban de lo que entonces era la madre de todas las músicas, el Rag Time, volvíanse a olvidar de que fue importado desde El Caribe. 
La comercialización de la música de La Habana llega a su culminación en la década de los cuarenta: El son, la rumba, el bolero cubano y la eterna conga emprenden un viaje de ida aunque no de vuelta en las mismas condiciones. 
Costumbres culturales españolas, africanas, que los esclavos traían como glóbulos en la sangre. Influencias francesas. Todo desde el punto de vista armónico con el carácter de del puramente proceso de internacionailzación de estas melodías pero con el sello de Cuba.
Siglo veinte, musicólogos, historiadores y la sociedad musical en general se va acostumbrando a esta música hasta el hecho de volver a considerarla natural por definición.
Música clásica para todo el mundo hasta la segunda mitad del siglo XX, hasta la revolución Cubana de 1959. Muchos se van y se llevan en la maleta lo que era suyo, aunque se dejan lo mejor, el recuerdo. Pero otros permanecen.
Así, a partir de la década de los sesenta se asienta y coge esplendor un género más intimista, de más contacto con el público como es la Nueva Trova, con autores directamente hablando, musitando, leyendo versos al oído ávido de frases nuevas. Beny Moré, Compay, Marta Valdés y un Pablo Milanés que con su voz y su poesía se aproximaba a la escena años más tarde para compartir protagonismo hasta nuestros días con todo lo que se siga asociando a la música cubana.
No hemos encontrado mejor contacto con el rock en la isla que hacerlo a través de la música electroacústica y el jazz, pues son dos puntos de unión que aunque no aislados sí que son el hilo conductor imposible que dota de energía a lo que ahora se conoce como música cubana actual. Y es que si lo quieren ciertos críticos como si no, la realidad es la que es y no es otra. 
Jazz, música electroacústica y Rock. Y estamos donde queríamos llegar. Un híbrido entre la Timba y el Hip Hop, y más características más dignas de un análisis radiofónico en Clave de Sol 5.3. Y el Rock de la Isla, el rock cubano. Que sí, que existe, que no es ninguna entelequia. Luis Bravo con "Ya tú Ves" y otros valientes daban el relevo a autores que bien quedándose en La Isla o lanzándose a una aventura americana o europea han terminado siendo en algunos casos referentes de un tipo de música que perfectamente se puede asociar al rock, pero que tiene algo, ese algo que hace diferentes a quien las fabrican y al que le llegan.
En 1976 los jóvenes de La Habana, en su mayoría seguían al grupo Los Dada, con una corriente trovadoresca roquera, con Calviño, Mike Porcel y Pedro Luis Ferrer. Motivos, quizá innumerables, pero el hecho de que su rock tenía incorporadas grandes un muy buenas letras puede ser de los de más peso. Hay quien dice que el rock cubano es la música americana o europea tocada por músicos cubanos, que el auténtico rock es una mezcla entre trova y rock and roll. También hay quien pone de ejemplo a "Habana Abierta", "X Alfonso" o "De Buena Fe" de que eso no es del todo cierto, que Cuba tiene Rock, lo mismo que tuvo son, música clásica y canción protesta en el período postrevolucionario. Con todo esto lo que este humilde articulista quiere es que el lector escuche, por ejemplo, a "Kill The Fish" y su disco "Desamparados", un botón de muestra de que esto perfectamente puede alzar la bandera de una Cuba diferente, de que no todo es como se ve desde Miami, el resto de Los Estados Unidos, o desde Europa. O que estuche también a "Stoner", otra banda formada al lomo de la anterior. Una evolución hacia nuevos colores y sonidos. Esos que van conformando la escena rockera en Coba. Muchas bandas ensayando en algún lugar o en la mente de mil músicos. Como dice Javier Ortiz de "CubaDebate", si el rock cubano va de Peces a Piedras, ojalá que con el eiempo mucha más gente camine así.