miércoles, 30 de abril de 2014

Ivestigar, descubrir Jazz. Un lujo al alcance de todos, un lujo fácil y social

Resulta curioso como se nos llena la boca cuando caemos en un ambiente que se presta a soltar determinadas frases o tópicos para demostrar lo cultos que somos, esperando que nuestros interlocutores hablen para decir lo mismo que ellos pero con un par de matices inútiles. 






El quinteto del trompetista Roy Hargrove.
Anecdótico pensar que somos capaces de observar lo que se destruyen unas culturas a otras usando como material de relleno columnas y obras de arte de la anterior derrotada y colonizada. Pero también el hecho de que, al igual que esas obras de arte han sido enterradas en algunos casos para siempre, nosotros, una mayoría no desdeñable, esté dispuesta a enterrar culturas musicales que han sido parte fundamental para que ahora podamos estar hablando de estilos tan aparentemente modernos como el rock, el metal, el rap, o cualquier otro que nos podamos imaginar. Sí, como mínimo anecdótico. A todos se nos hinchan los pulmones y las plumas se nos encrespan defendiendo nuestro estilo, nuestra forma de concebir el sonido y denostando o directamente tachando de vulgares estilos como el que esta noche me ocupa, que es el Jazz. "La improvisación en música es de malos profesionales", "en gran mayoría de casos las letras no tienen relevancia o directamente no tienen letra". Estas son definiciones de gente que se rasga las vestiduras hablando de lo que decía antes: de que su música merece más repercusión, de que nadie la trata con el respeto suficiente, de afirmaciones que no llevan detrás más que un mecanismo de defensa y un interés económico definitivamente marcado. Esta noche quiero hablar de Jazz, de Jazz nuevo, de gente comprometida y dispuesta a seguir demostrando que son cantos y sones de esperanza, de crítica y de secretos
que al ser contados entre afectados terminaron por trascender hasta el punto en que un día la esclavitud fue abolida. Yukali Music es un ejemplo de las pocas productoras exclusivamente de Jazz. Comprometida, en ocasiones en nombre de un currante en particular, pero comprometida. ¿Recordáis cuando hablábamos en el programa Clave de Sol 5.3 del año de Jazz de Bilbao? Ciclo 365 Bilbao es su nombre, y de paso otro responsable de que se demuestre andando que esto no es ni mucho menos música de gente indolente sino parte de las raices de lo que a veces soportamos en escenarios y en radios día a día, pero que otras veces nos llena de pasión sea de la forma musical que sea. Os cito tres jazzistas que pueden servir de botón de muestra, tres actuales, modernos y que están enmarcados en esta ocasión en este evento, en 365 Bilbao. Empiezo por Roy Hargrove. Su sonido limpio y preciso habla, canta y sugiere, con improvisación o sin ella. Tanto en el lado más técnico de su sonido como en lo interpretativo en directo y sus compañeros de batalla, esos que hacer que sea aún más grande. No alardea de bravura con su trompeta, ni siquiera en velocidad, esa demoníaca que parece estar por encima del que lo hizo con milésimas de menos tempo. Seda tejida a mano es lo que se me ocurre usar como descripción. Invitaciones a descubrirlo y a comparar si su reivindicación no es más ni menos justa que cualquier otra música, sino, simplemente necesaria. Jeremy Pelt. Alguién que sabe cojernos desprevenidos, a nosotros y a puristas del género a quienes no les quedará más remedio que rendirse a la musicalidad, por ejemplo de "Encuentros en la tercera fase", ¿recordáis? Equilibrio y profundidad. Y para terminar, aunque la lista es muchísimo más amplia, os invitamos a conocer a Ulf Wakenius, alguien joven como los dos anteriores, pero que pone de manifiesto todo un mundo musical abierto dentro de la disciplina. Recorridos parciales y totales de una guitarra considerada ya y reconocida. Recuerdos de maestros como Wes Montgomery u Oscar Peterson. Esto no es ni más ni menos que otro recordatorio a la dignidad musical absolutamente de todo el que se atreve a mostrar lo que tiene dentro, sea más o menos. Y también una excusa para enseñar lo que vamos aprendiendo en este camino nuestro que no es más que un autoconvencimiento de que al menos a alguien le pueda llegar nuestro mensaje. El mensaje de lo pequeño, de lo grande, de lo más o menos comercial, pero por encima de todo del respeto musical.