sábado, 5 de abril de 2014

Fusiones locas II: Punk y Jazz o la lucha contra lo establecido.

Los esperimentos musicales como los experimentos literarios, los críticos y los de cualquier expresión artística son el fiel reflejo de las personalidades de quienes los fabrican. Otra fusión de lo más loco. Punk y Jazz.

Volvemos en la revista a retomar la figura de Melquíades, el mago, el dueño de un espectáculo de circo, el alquimista que pasó por Macondo y que volvió de la muerte un día por que la consideraba aburrida. Nos quedamos con su papel fundamental, el de alquimista. Me va a ayudar a hablar de música, de experimentos, de fusiones. En los años setenta se cultivaba el desprecio por algo que venía ya haciéndose desde hacía tiempo, el desprecio por la fusión, por la química de los sonidos. Y es que ya había muchos atrevidos que se lanzaban a componer usando matrimonios inconcebibles hasta ese momento. Quién sabe si no fue ese rechazo frontal a nuevas melodías que pudiesen llegar a desvirtuar a las originales lo que provocó que se comenzase a jugar a fusionar dos estilos que seguro fueron los que menos se esperaba que fuesen a hermanarse pariendo al final una nueva criatura llamada punk-jazz. En la década de los ochenta surgía en Norteamérica un movimiento llamado "No Wave", del que formaron parte más de un conocido que a parte de aquellos críticos de lo nuevo le sorprendió de forma ingrata. Hasta músicos de los que no se pensaba nunca que iban a salir de su clasicismo formal se apuntaban a los nuevos sones, a la síntesis entre géneros. Se recuerda al hablar de los comienzos de esta locura un disco que produció el mismísimo Bryan Eno en 1978, llamado "No New York",
pero también existieron otros exponentes que cultivaron el arte de lo alternativo como Bob Kine y Lydia Lunch. Parecía por lo tanto que las columnas de las revistas especializadas tendrían trabajo para un tiempo. Sin embargo hasta el momento solo se había conseguido publicar debajo de grandes mecenas o, justo en el polo opuesto, en sellos independientes de muy corto alcance. Lester Bangs apuntaba que desde los años sesenta hubo un interés creciente por la mezcla por parte de quienes amaban las dos expresiones musicales de intentar el trabajo conjunto. En este caso hablamos aún del Jazz con el Rock and Roll, algo que hacía soñar con la compenetración entre la cultura jazzística más tradicional y sonidos de electricidad salvaje adolescente. Sonidos creados probablemente todos en algún garage intentando explorar algo de lo que se venía hablando desde hacía tiempo: el punk-rock. Pero claro, había alguien que se apuntaba a jugar al cambio, a esa mezcla que hacía romper con la monotonía de algo que estaba pasando a convertirse en más de lo mismo. Velvet Underground y Sister Ray, por ejemplo. La historia de un incendio se estaba gestando. A este tipo de jazz dispuesto a la fusión se le comienza a llamar Free Jazz. Según Lester estas dos antagónicas formas de entender la música no son solo compatibles, no solo cortan y pegan sino que son las dos únicas formas: el jazz y el rock que debieran juntarse por complementarias y que los anteriores experimentos no eras más que, según sus palabras, un buen montón de mierda. Tanto él como varios musicólogos más coinciden en que el jazz y el punk no tienen reglas estilísticas básicas, o sea, que son dos músicas igual de libres, y que el sentido de la estructura lo abandonan normalmente de la misma forma el jazz, el rock y el punk. Hubo entonces, y aún los hay, enemigos de aquellas andanzas de músicos aburridos de los años setenta. Razones para pensar que la fusión no se sale de los parámetros aceptados para que algo se considere música, yo apuesto por pensar que el camino recorrido desde entonces hasta hoy ha sido un camino libre. Que tanto críticos como practicantes de la unión de géneros, esos creadores de un nuevo estilo, no andan tan alejados en sus propuestas, y que solo se trata de practicar el conservadurismo de lo tradicional o el salto al vacío que supone lo nuevo, la mezcla, la libertad de creación hasta el punto de fusionar el punk con el jazz. Bad Religion, Velvet Revolver, Blue Humans, abanderados del principio del movimiento pudieron dar ejemplos y de hecho los dieron de que por muy defenestrados que estuviesen como músicos cultivando aquella expresión no pasaron precisemtne desapercibidos. En esta revista y en Clave de Sol Radio todo el que nos conoce sabe que somos abonados al término libertad, que creemos que cualquier manifestación artística y sobre todo sus creadores, solo por el hecho de atreverse a que el mundo conozca su propuesta, merecen nuestro más sentido respeto. Dijo Jaco Pastorius que el punk jazz no pasaba de ser solo un título de una canción suya. La realidad es bien diferente. Y eso teniendo en cuenta que a las bandas cada día les cuesta más trabajo identificarse con un determinado estilo. Desde aquí, habiendo escrito lo que va hasta ahora, os invitamos a que escuchéis a Patti Smith, a John Coltrane, algo de Ornette Coleman, y más actuales, a Midori o a Ephel Duath. Solo nos resta ya dejarlo todo a vuestro juicio porque creemos que lo que aquí importa de verdad es lo que a uno o una le produzca ratos de placer, se llame como se llame.