domingo, 13 de abril de 2014

Cuando la vida pasa a tener cuatro cuerdas y unos dedos dispuestos a morir con ellas. Josecho Sesma.

Josecho Sesma, diferencia, sencillez y virtuosismo.

La prensa, la radio y la música deben muchos homenajes que sean realmente desinteresados, uno de ellos creemos firmemente que es a Josecho Sesma, a toda una vida dedicada a las cuatro cuerdas, a la vida de cualquier banda. Josecho Sesma, este es el nuestro particular. 

Las sorpresas que nos da la madre vida son innumerables. En gran parte más esperadas que sorpresas, otras veces las podemos llamar casualidades o causalidades o simplemente aceptar que las cosas pasan porque tienen que pasar, sin que para ello tenga que mediar ninguna energía extraterrenal. El caso es que Josecho Sesma es una de estas personas a las que se intuye un mundo interior inmenso solo con mirar una foto suya. Josecho es bajista desde que nació, en 1949. Él dice que comenzó a tocar con quince años, yo sin embargo, creo que antes.
A los diecisiete decide coger la música como su compañera en sus andanzas de profesional. En ese tramo conoce, descubre, ama y desama, tanto como se puede hacer con un ser humano, todo cuanto el tiempo le permite. Exprime, y también sufre las inclemencias de esta tormenta que a veces es la música. Y desaparece por un tiempo. Con treinta años desaparece, se quema, y desaparece. Y aparece, también aparece, claro. El mundo no podía perderse el prodigio que es, no podíamos permitir que sus dedos, los mismos que le acompañarán siempre a las cuatro cuerdas de su inseparable instrumento, se apagasen tan pronto. Y no, no nos ha dejado con la miel en los labios porque hace tiempo que el mundo de los escenarios y los estudios le gozan de nuevo. Josecho. Josecho Sesma, el Obélix del bajo.
Máquina, Tapiman, Om, Clan Zero, Deonliguan, Trespassers, son parte de su vida en los escenarios, grandes casas donde ha habitado durante mucho tiempo. Taj Mahal, Eddie Lee Mattisson, Jimmy Castor, Antonio Machín, otras viviendas por las que pasó agrandando noches y discos. Hablábamos hace unos artículos de "La soledad del bajista". En este caso no podemos hablar de soledad, o no queremos, tal vez, Josecho es un bajista de los que pocos  pueden presumir de conocer. Afirma que va a seguir tocando el bajo hasta que se le caigan los dedos. ¡Qué bueno que volviste! -grita en silencio quien te conoce-, ¡Qué premio conocerte! -gritamos quienes tenemos el privilegio de hacerlo-. La Revista, Clave de Sol Radio (Clave de Sol 5.3), ha hecho referencia a grandes del bajo: a Pastorius a Stanley Clarke, a Billy Shehhan y a tantos y tantos que ya creíamos agotada la posibilidad de encontrar algo más de lo que escribir encuanto a personas y bajos. Para nuestra suerte aparecen dos grandísimas personas y dos grandes bajistas. Adolfo Pérez, que nos dejaba la noticia hace unos días de que abandona los escenarios de momento para dedicar toda su atención a un retoño que viene de camino, y ahora ha entrado Josecho. Dos enormes músicos que agrandan y lustran Clave de Sol. Un honor tenerles en ese lado ventajoso que te ofrece la vida para poder escribir y hablar de ellos de primera mano, sin tener que buscar excusas de derechos de publicación ni andar rebuscando los flecos que impidan que alguien te pueda llamar la atención por citar sin permiso. Josecho ama el blues, ama el rock, y ama lo que todos nosotros tenemos como referencia, la música. Un hombre al que tenemos ya para mucho tiempo. Una forma de saborear las notas de ese instrumento que solo Josecho es capaz de proporcionarnos.