jueves, 17 de abril de 2014

Asfáltika. El valor de ponernos ante pensamientos con el ritmo de un Metal diferente.

Es especial hablar de algo que a veces se oculta, otras se niega y en ocasiones como esta, Asfáltika nos recuerda que es posible la alguimia, que los sonidos se recuperan haciéndolos mas grandes aún.

Debo comenzar esta serie de comentarios dando las gracias a Eduardo Ortiz por introducir "Rompiendo el Silencio" de la forma en que lo hace. Unas risas que previenen lo que va a ser un trabajo revolucionario en cuanto a mil concepciones en contra de lo que entendemos por falso metal, por rock duro forzado y por acepciones gratuitas que se permite quien escribe de forma rápida y por cumplir el expediente. Solamente esas risas seguidas de una orquesta perfectamente organizada en cuanto a la sonoridad que solo logra quien tiene un objetivo claro, el objetivo de querer decir lo que se piensa. Basado en conceptos que pueden evocar a una edad media en que todo lo que había que criticar era eso, era prácticamente todo. Pero aún nos quedan doce canciones en las que profundizar no solo en esto, en letras que hablan al igual de poemas épicos con palabras como con música. Revolución es lo que todos los que ansiamos un cambio queremos, y lo queremos así, con un ritmo frenético a la vez que cuidado que nos invita a evocar antiguos corazones dispuestos a dar hasta la última gota de sudor y sangre para luchar contra quien sometía al que no podía defenderse. Nos habla a través de una mezcla del más puro hard rock y la evolución a través de guitarras desgarradas y de punteos afilados
de un sentimiento dormido en la mayoría de nosotros como es el sentimiento de la situación de conflicto real. Luchas, vives y mueres. La sangre no podrá limpiar la dura realidad. Avanzamos en el disco, avanzamos en un título evocador, "Rompiendo el silencio", y encontramos la evolución hacia una balada construida con el más puro estilo tranquilo pero reflexivo como es "Alzar el Vuelo", despertares y nuevos amaneceres al ritmo de un metal profundo con una nota animal que enlaza y marida con unas gotas de perfeccionismo a la hora de fusinar la música que en los años setenta pretendía lo mismo que ellos, que pretendía animar a todo el mundo, pero sobre todo a los niños en edad de asimilar lo que puede ser el cimiento de una forma de no dejarse doblegar por un poder admitido como superior, alentarles a la educación y el saber como pilar fundamental contra la dominación de las masas que pretenden justo lo contrario. Baladas que invitan a la esperanza. Comienza un nuevo día. No quedan fuerzas ni ganas de andar pero sin mirar atrás, con ganas inmensas de ponersen en pie. Letras que  ponen sobre el mantel el carácter musical mediante ritmos que evocan esos recorridos de los teclados mágicos que exploraron en su época Asfalto, banda madre de Asfáltika, y muchos representantes de un modo de calar a través de un mensaje profundo que solo se conseguía con la profundidad del viento desprendido con un órgano. Técnicas que nos enseñan que por muy claro que tengamos que en música más de la mitad de los sonidos están explorados no es del todo cierto y que se puede mezclar una banda de metal con sinfónías dignas de los más espectaculares musicales críticos en épocas convulsas. Cuerdas como las de los más grandes de un género que huye de etiquetas, que se refugia en el rock combativo y sonoro de los años setenta y sobre todo con las raíces nacionales que marcaron los grupos que apostaban por competir con lo que venia desde fuera. Una batería endemoniada en el doble pedal commpletamente bordado hasta casi la extenuación. Un grupo de instrumentos comandados por un bajo que marca una pauta que ensambla como pocos con el mito y la especialidad que no se sabe de donde viene pero que transporta  a través de él, de guitarras que confunden los gritos más naturales de la época que evocan. Podríamos hablar de rock andaluz, de rock duro, del más estilista metal de Kiss, de Iron Maiden y de los más actuales Mago de Oz. Una voz que supera con creces a la media nacional y que con las colaboraciones de Elena Álvarez al lado de Javier Canseco en la música, Jose A. Álvarez, Ismael Gutiérrez, Joaquín Arellano y Eduardo Ortiz conforman esto que da en llamarse "Asfáltika", que mezcla como pocos el rock duro, el metal, la melodía con unas voces claras en las que se observa la riqueza con que se trata al lenguaje, medianta a la que se nota que lo que se dice no son vanalidades ni frases mezcladas al azar. Bien podrían estar orgullosos desde Meola a Santana pasando por los mejores percusionistas y la más absoluta difusión de los ritmos metálicos, industriales y transiciones desde los orígenes de este género que no es sino la continuación de una historia que nos habla de que hay sonidos que no morirán jamás mientras haya gente como la que compone "Asfáltika". Una recomendación para terminar lo que me ocuparía más de cuatro hojas en blando. Escuchad, consumid Asfáltika por muchos motivos, pero entre los cuales yo resalto la recuperación de los teclados que marcaron una época increíble. Que desde la contundencia y el asomo a ver la doble moral de esta sociedad que nos toca vivir que nos ofrece en la pista 1 que sirve de introducción hasta "Ahora Toca Regresar" son sugestión pura a través del metal más experimental a la vez que revivindicativo de sus raíces que nos podamos encontrar en el panorama nacional.